María en la poesía cubana


Por Hno. Jesús Bayo

Andrés de Piedra-Bueno (1903-1958) realizó un ensayo el año 1954 sobre la presencia de María en la literatura cubana. El autor abordó la presencia de María en diversos géneros de literatura: poesía, novela, ensayo, historia, teatro. En el año 1954 se celebró un Año Mariano en la Iglesia Católica para conmemorar solemnemente el centenario del dogma de la Inmaculada Concepción. Piedra-Bueno hizo un aporte cultural y contribuyó con su ensayo para resaltar ese evento eclesial en Cuba, como adhesión al aniversario mariano .

Andrés de Piedra-Bueno hace un recorrido por la literatura cubana desde el inicio de la Colonia, en el siglo XVI, hasta el año 1950. Piedra-Bueno presenta al cacique Macaca como primer compositor de areítos (breves poemas para ser cantados y bailados) en honor de Santa María. En el remoto año de 1512 los indios de Macaca ya cantaban el Ave María, después de haber sido instruidos por un marinero español, un siglo antes del hallazgo de la imagen de la Virgen de la Caridad en la bahía de Nipe . Concluye el autor que, desde entonces, María está presente en la poesía y en la canción cubanas y que ha servido como fuente de inspiración tanto a los vates cubanos como a los cantores populares. En el ensayo no se aborda la presencia de María en la poesía y el canto popular, y se concluye con una Alabanza del autor a la Inmaculada Concepción que consta de 16 décimas.

El año 2010, Roberto Méndez Martínez realizó un estudio sobre “Nuestra Señora de la Caridad en la poesía cubana” que apareció publicado en la revista Verdad y Esperanza. Se trata de un aporte literario y cultural con motivo del trienio preparatorio al cuarto centenario del hallazgo de la venerada imagen . Méndez ha elegido algunos de los poetas cubanos que aluden a la Virgen María, en especial, a la Virgen de la Caridad.

El año 2011, fue publicada en la revista española de mariología Ephemerides Mariologicae un elenco de poemas marianos de autores cubanos que tampoco incluye poemas populares.

En el mes de febrero de 2012, la revista La Gaceta de Cuba dedicó un número monográfico para destacar la presencia de la Virgen de la Caridad del Cobre en las artes y letras cubanas como adhesión al cuarto centenario del hallazgo de la imagen que se venera en el Cobre . Los autores abordan la presencia de la Virgen de la Caridad del Cobre desde varias perspectivas: la historia, el sincretismo, el cine, la novela, las artes plásticas, la música, la poesía, la antropología, la cultura y el folklore. En el mes de junio de 2012, con motivo del Jubileo Mariano, fue publicada una antología de poesía mariana…

En la presente antología retomamos los poemas marianos publicados en la revista Ephemerides Mariologicae y ampliamos el espectro con nuevos autores.

En el presente texto, pretendemos hacer un elenco de la poesía mariana en Cuba sin pretensión de ser exhaustivos y reconociendo que olvidaremos, sin mala intención, algunos poetas cubanos que han dirigido sus versos a María, dentro o fuera de Cuba.

El criterio básico de la selección es que los poemas hayan sido publicados y que los autores sean reconocidos o tengan cierto renombre en las Letras cubanas. Hemos dejado fuera los autores modernos y contemporáneos que ya aparecen en otras antologías.

Presentamos el elenco por orden cronológico, y hacemos una breve reseña de cada autor, con un comentario de los poemas marianos, y destacando de forma explícita los poemas dirigidos a la Virgen de la Caridad. Este elenco poético pretende divulgar la presencia de María en las Letras cubanas y se dirige, en particular, a los escritores y artistas.

El objetivo es rendir un sentido homenaje a María, Nuestra Señora de la Caridad, por su presencia entre nosotros, y un reconocimiento a todos los poetas y creadores que la han puesto de relieve en nuestra historia y literatura.

Silvestre de Balboa (1563 c.a. - 1647/49).
Nació en Gran Canaria (España) hacia 1563 y murió en Puerto Príncipe (Cuba) hacia 1649. En 1604 vivió en Bayamo, pero residió habitualmente en Camagüey (Puerto Príncipe) donde ejerció como escribano de Cabildo. Su obra, Espejo de paciencia, es considerada la primera obra poética cubana. Esta obra de corte épico fue compuesta en octavas reales. Se cree que Balboa la redactó el año 1604, durante su permanencia en Bayamo, y fue publicada el año 1608. Por esta misma época se iniciará también la devoción a la Virgen de la Caridad. En 1612 fue encontrada su imagen en la bahía de Nipe, y se inicia una devoción mariana que será muy ferviente y popular en Cuba.

La obra poética de Balboa tiene como argumento la liberación del obispo, Fray Juan de las Cabezas Altamirano, de manos de los corsarios franceses. Consta de dos partes, más seis sonetos iniciales y un motete final. Al concluir la segunda parte, en la penúltima estrofa de octavas reales, Gregorio Ramos se presenta ante la Virgen, en el templo de Bayamo, para dar gracias por haber rescatado al obispo y vengado su afrenta. El autor del poema alude a la Virgen sin mancilla, con lo cual vemos la importancia de María desde los inicios de la evangelización .

“Con esta majestad y este aparato
entró Gregorio Ramos en la villa,
dando al lugar un súbito relato
de contento, placer y maravilla:
Y por ser al Señor en todo grato,
fue al templo de la Virgen sin mancilla,
y dio las gracias a la madre é hijo
de la nueva victoria y regocijo”.

José María Surí y Aguila (1696-1762)
Este poeta nació y murió en Santa Clara, pero su familia lo llevó a San Juan de los Remedios (Las Villas) para estudiar. Al morir sus padres, quedó sin recursos y se puso a trabajar hasta que pudo estudiar de nuevo latín, historia y medicina. Hacia 1730 se instaló en Santa Clara donde ejerció la medicina y la farmacia en el hospital de la Caridad. Perteneció a la Tercera Orden de San Francisco y fue devoto de la Virgen Purísima. Un siglo antes de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción, escribió una Oda a la Purísima Concepción (fragmento).

El conjunto del poema resulta ser una guirnalda de piedras preciosas, un conjunto de joyas para una corona lírica a Nuestra Señora en forma de romance. Presentamos a continuación un extracto con algunos versos del extenso romance .

… De María el dulce nombre
indica la calcedonia,
con resplandor y virtudes
que a este mar de gracia adornan,
rubricando la esmeralda
la esperanza que transforma
este ser inmarcesible,
este nardo o amapola…

…El crisopacio y jacinto
y el ametisto peroran
con las doce margaritas
dones que el discurso agotan.
Lo interno de esta ciudad
todo entendimiento absorta,
pues allí la omnipotencia
fijó el non plus de sus obras
y se prueba en que la hizo
su hija, su madre y esposa,
templo, altar, ara, sagrario
y dignísima custodia…

Esteban Salas (1725-1803)
Nació en La Habana el 25 de diciembre de 1725 y murió en Santiago de Cuba el 14 de julio de 1803. Estudió en el seminario San Carlos y San Ambrosio. En febrero de 1764 fue nombrado por el obispo Pedro Morell de Santa Cruz Maestro de Capilla de la catedral de Santiago. El nombramiento definitivo fue otorgado por Cédula Real del 12 de marzo de 1769. Fue ordenado sacerdote en 1790, y ejerció como profesor de canto llano, filosofía y teología moral en el seminario San Basilio.

Como poeta y músico compuso los textos para sus obras no litúrgicas, en especial, villancicos, cantos marianos, himnos, cantatas y pastorelas .

Como Maestro de Capilla también divulgó coplas anónimas llamados “gozos y loores a la Virgen de la Caridad”, compuestos a imitación de otros “gozos” con similares características dedicados a María bajo diversas advocaciones. Algunas de estas coplas anónimas dicen así :

Pues te hizo la Trinidad
tan perfecta y sin igual,
líbranos de todo mal
Virgen de la Caridad.
Sobre las aguas vinisteis
a dar al hombre consuelo.
Como una señal del cielo
a tres os aparecisteis,
con esto claro nos disteis
pruebas de tu gran piedad.
Líbranos de todo mal
Virgen de la Caridad.

De forma similar se rezaban y cantaban las coplas alusivas a la oración “Salve Regina”, en la Novena a la Virgen de la Caridad :

En vuestra mano divina
Dios su gran poder encierra.
Por eso, el cielo y la tierra
os cantan Salve Regina.
A la diestra de Dios Padre
eres nuestra intercesora,
de ahí viene que sois Señora,
de misericordia Madre.

En la mayor amargura
remedias cualquier tristeza;
por eso dice la Iglesia
que eres la vida y dulzura.

A vos con gran confianza
pedimos cuanto queremos,
sabiendo que en vos tenemos
segura nuestra esperanza.

Cuando del mundo salgamos
a dar a Dios residencia,
por tus manos, la clemencia,
a ti Señora clamamos.

Por más que el humano deba
subiros, en realidad
sois Madre por Caridad
de los tristes hijos de Eva.

Cuando más llenos estamos
de pena y calamidad,
a tu grande Caridad
pedimos y suspiramos.

Si en vuestras manos el mando

puso la Augusta Deidad,
pedímosle Caridad por vos,
gimiendo y llorando.

Aunque más triste se halle
el hombre y lleno de mal,
tu Caridad celestial
lo alivia en aqueste valle.

En aquella última hora
que nos ha de juzgar Dios,
ruega propicia por nos,
Ea, pues, dulce Señora.

Dios serena sus enojos
y los vuelve en Caridad
si nos miran con piedad
esos tus divinos ojos.

Pues eres Madre clemente,
ruega, Señora, por nos,
ante el tribunal de Dios,
fruto hermoso de tu vientre.

Nuestra eterna salvación,
por vos Madre y Virgen pura,
tengamos después segura
de este destierro y prisión.

Como el brazo omnipotente
puso en vos nuestra salud,
os llama la gratitud
de los hombres, ¡oh Clemente!

Vos sois, divina María,
tan llena de Caridad
que os llaman con propiedad,
todos los tristes, ¡oh Pía!

Sin cesar, de noche y día,
los hombres todos rendidos,
te dicen reconocidos,
¡oh dulce Virgen María!

Francisco Pobeda y Armenteros (1796-1881)
Este poeta nació en La Habana y murió en Sagua la Grande (Las Villas). Tuvo una vida aventurera y se dedicó a los más diversos oficios, desde amanuense de abogado hasta notario eclesiástico.

Fue llamado por sus contemporáneos “El trovador cubano” pues en 1829 publicó el poema “A Cuba” que se hizo popular. Publicó Poesías a Cuba (1830), La guirnalda habanera, Las rosas de amor (1831). Incursionó también en el teatro con varias obras.

En 1863 se imprimió en Sagua la Grande una colección de sus obras donde se encuentran muchas de sus composiciones: A una madre, Descripción de los guajiros, La vida del mayoral, La chorrera del guamá. En este mismo elenco de sus poesías aparece el soneto titulado: A la Virgen Santísima .

“Salve, casta y purísima María,
virgen santa de luz, florón del cielo;
del contristado pecador consuelo,
intacto seno, luminar del día.

Escogida de Dios, Señora mía,
de espiritual amor sublime anhelo;
tú, que fuiste en la cruz el escabelo
del hombre Dios que al hombre redimía.

Salve, Virgen Santísima, a tu llano
divino, celestial, puro y clemente,
del rebelde Luzbel terror y espanto:

Oye, Señora, mi plegaria ardiente
y eleva el sentimiento de mi canto
al trono del señor omnipotente”.

José María Heredia y Heredia (1803-1839)
Nació en Santiago de Cuba y murió en la ciudad de México. Hijo de padres dominicanos, le tocó viajar por varios países. Recibió por influencia de su padre, que era abogado, una esmerada educación humanista, y desde su infancia escribió poemas. Estudió en las universidades de Caracas (1816) y de La Habana (1817 y 1818). En 1819 se traslada a México, pero regresa a La Habana en 1821.

En 1823 se titula de abogado en Puerto Príncipe y se traslada a Matanzas pero, al ser denunciado de conspiración contra la colonia, huye a los Estados Unidos. En 1825 se traslada a México donde ejerce diversas funciones. En 1836, después de solicitar permiso a Miguel Tacón, regresa a La Habana para visitar a su madre. En 1837 se embarca de nuevo hacia México, donde morirá a la edad de 36 años.

En el siguiente soneto, titulado “El carpintero de Nazareth o La Casa de la Virgen”, este gran poeta manifiesta, con sencillez, su sentido religioso impregnado de ternura hacia la Virgen María .

El maestro carpintero, que desea acabar
un escabel, curado sobre el banco se afana
y por el cedro, desde que apunta la mañana,
el cepillo estridente no deja de pasar.

No sin placer ha visto, a la tarde, llegar
hasta su umbral la sombra de una encina lozana
que la Señora Virgen y su madre Santa Ana
y Monseñor Jesús acuden a gozar.

El aire es sofocante, ni una hoja mueve el viento;
y aunque José cansado se enjuga y sin aliento
el sudor y la gubia deja al suelo caer,

el Aprendiz divino, de cuya humilde ropa
fluye luz, desde el fondo oscuro del taller
sigue virutas de oro sacando a la garlopa.

Gabriel de la Concepción Valdés – “Plácido” (1809-1844)
Nació en La Habana y murió en Matanzas. Pasó la infancia con su padre, el peluquero Diego Ferrer, porque su madre, la bailarina Concepción Vázquez, lo entregó a la Casa de Beneficencia y Maternidad poco después de nacer.

Es uno de los poetas más representativos del romanticismo cubano. Colaboró en La Aurora de Matanzas y en varios otros diarios. Muchos de sus poemas son de carácter popular. "Plácido", seudónimo con el que firmaba sus obras, fue el poeta de mayor aceptación popular en Cuba. Es considerado uno de los iniciadores del criollismo y siboneyismo en el movimiento lírico cubano.

Entre sus obras más reconocidas se encuentran La flor de caña, A Gesler, La flor de la piña, Jicotencal, La flor del café, A una ingrata. Plegaria a Dios y A Mi madre son los dos últimos poemas con los que se despidió antes de morir, al ser fusilado el 28 de junio de 1844 en Matanzas, por acusaciones de pertenecer a la Conspiración de la Escalera.

Se discute si las dos últimas estrofas de la “Plegaria a Dios” que presentamos aquí son de su autoría. El poema está compuesto en sextinas de versos endecasílabos, pero estas dos últimas estrofas a él atribuidas por algunos analistas, no siguen ese esquema, lo que hace dudar de su autoría. A pesar de todo, el estilo y algunas expresiones típicas (heliaca estrella) permiten suponer que él las compuso .

“Madre cándida, dulce y amorosa
cuando envuelta en pesar, mustia y llorosa
siguió tu muerte como heliaca estrella .
Por aquella de Regla venerada
que un tiempo en Monserrate apareciera
de refulgente aureola iluminada
sobre radiante disco placentera;
por aquella tu esposa idolatrada
que en su seno divino te tuviera
tiende, Señor, el iris de bonanza
y al monstruo horrendo en el abismo lanza”.

Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873)
Nació en Puerto Príncipe y murió en Madrid. Era hija de un oficial de la Marina española y de una criolla camagüeyana. En su familia tuvo una esmerada educación, y desde niña escribía versos. Pronto compuso también novelas y dramas. En 1836 salió de Santiago de Cuba con su padrastro y con su madre hacia Europa. Vivió en Burdeos (Francia) y en varias ciudades de España, sobre todo en Madrid, donde murió después de una azarosa vida.

La Peregrina, seudónimo que usó con frecuencia la Avellaneda, no ocultó el sentido religioso en medio de su dolor, lo que se percibe claramente en muchos de sus poemas. En Sevilla se publicó el año 1867 su Devocionario nuevo y completísimo en prosa y en verso, que refleja su dolor, su confianza y su misticismo romántico. Tula, con cuyo nombre era conocida coloquialmente la poetisa, pasó por la oscuridad, pero supo buscar una salida luminosa para responder a sus interrogantes trascendentes y dar un sentido al dolor humano y a la caducidad de la vida temporal. Numerosos poemas a la Virgen María compuso la Avellaneda, especialmente durante las últimas etapas de su vida .

En 1841 ya compuso una plegaria a María titulada A la Virgen, una composición original que consta de doce estrofas, con nueve versos cada una, ocho de los cuales son octosílabos, y el sexto, tetrasílabo .

El año 1842, en medio del sufrimiento, ofrece el latido de sus versos a María, la Reina celestial, con el poema titulado A la Virgen. Canto Matutino que reproducimos aquí a continuación.

“Mientras la aurora con rosados tintes
baña las nubes que al oriente vagan,
nubes que arrolla con su leve soplo
céfiro blando:

Mientras exhalan sus aromas puros
flores que guardan de la noche el lloro,
lloro que ostentan convertido en perlas
trémulas hojas;

Mientras preludian jubilosos himnos
coros volubles de pintadas aves,
trisca el rebaño y hasta el toro fiero
brama de gozo:

Mientras se riza el matinal aliento
–ovas ligeras sacudiendo- el río,
discos formando con raudal sonoro
límpida fuente:

Mientras que todo en la natura inmensa
vida y belleza de la luz recibe,
tú, luz del alma, de la gracia aurora,
seme propicia.

Sones, albores y perfumes y auras,
forman concierto de sublime aplauso….
¡Todos te aclaman del Autor del Día
madre gloriosa!

Deja que en tanto que el empíreo absorto
dicha contempla y majestad tan alta,
tímido el labio del mortal tu nombre
grato bendiga…

Pobre de gracia y de ventura, llamo
como un mendigo a tu sagrada puerta,
óyeme, oh virgen, que de amor en alas
vuela mi ruego.

Vuela mi ruego, y endulzando el pecho
plácido el nombre –por doquier invoco-
ecos del monte, del vergel, del valle,
vuelven, ¡María!
Vuelven, ¡María!, y sin cesar la lengua
torna María a pronunciar despacio…
Siempre María, y cada vez más dulce
suena ese nombre.

Pueda asociarse a mi último suspiro,
pueda ser, cielos, mi postrer acento…
Láncese el alma, en su armonía envuelta
fuera del mundo.

Madre del Redentor y madre mía,
suban en alas del ligero viento
mi dolor a decirte en mi agonía!

Luisa Pérez de Zambrana (1835-1922)
Esta poetisa nació en la finca El Melgarejo, cerca de las minas de El Cobre (Santiago de Cuba), el 25 de agosto de 1835/37. Luisa Pérez y Montes de Oca perdió el apellido materno al casarse con el famoso intelectual habanero Ramón Zambrana, que sería su esposo y promotor cultural. Huérfana de padre, se mudó con su familia a la ciudad de Santiago de Cuba donde fue conocida como poetisa.

En 1858, después de casarse, residirá en La Habana.
Su vida estuvo marcada por la presencia constante de la muerte, ya que perdió a su esposo y a sus cinco hijos paulatinamente entre 1886 y 1898, y en su obra se refleja el dolor y la sensibilidad, la melancolía, la pasión y la ternura. En sus poemas aparecen reflexiones religiosas y filosóficas sobre la muerte: estas dos últimas características se dan a notar en sus elegías.

En el año 1918, recibió un homenaje por parte del Ateneo de La Habana y posteriormente apareció una nueva edición de sus poesías con prólogo de Enrique José Varona, quien la bautizó como «la más insigne elegíaca de nuestras líricas». Sus obras fueron premiadas en los selectos Juegos Florales de Madrid. Entre sus obras se encuentra el libro de oraciones llamado Devocionario, La vuelta al bosque, Dolor supremo, Martirio. De ella dijo José Martí: «se hacen versos de la grandeza, pero sólo del sentimiento se hace poesía».

Murió en Regla (La Habana), anciana y pobre en 1922, sumida en la soledad. Tiene varios poemas a María, especialmente, a la Virgen de Lourdes y de la Caridad. Uno de ellos, “Ante la Virgen de la Caridad” lo transcribimos a continuación .

¡Oh Reina celestial!, cuya alba frente
con inefable amor ostenta sola,
dulzura y mansedumbre por diadema,
caridad y perdón por aureola.

¡Oh Reina de los mártires divina!,
que por el hombre conmovida exhalas
lágrimas que los ángeles custodios
conducen como perlas en sus alas.

Madre de Dios, cuya humildad celeste
el mundo ve con férvidos asombros,
y cuyo trono espléndido sostienen
serafines de luz sobre sus hombros.

Virgen, a quien los náufragos un día
hallando ya en las aguas sepultura,
aparecer sobre las olas vieron
como un ángel de blanca vestidura.

También nosotros somos, ¡Madre amada!,
náufragos que tu amparo reclamamos,
haz que delante de nosotros siempre
flotar tu blanca túnica veamos.

Y sobre nuestras frentes abatidas,
desde los esplendores de tus salas,
¡oh paloma del cielo!, tiende, tiende
los cendales de lirios de tus alas.

José Martí Pérez (1853-1895)
José Julián Martí Pérez nació en la calle Paula Nº 41, La Habana, el 28 de enero de 1853. Era hijo de Mariano Martí, natural de Valencia, y de Leonor Pérez Cabrera, nacida en Tenerife (islas Canarias). En 1866 se matricula en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana. Ingresa también en la clase de Dibujo Elemental en la Escuela Profesional de Pintura y Escultura de La Habana, más conocida como San Alejandro. Exiliado en España, estudio en Madrid y en Zaragoza, donde se licenció en Derecho Civil y en Filosofía y Letras.

En el campo de la poesía sus obras más conocidas son Ismaelillo (1882), Versos sencillos (1891), Versos libres y Flores del destierro. Sus ensayos más populares son El presidio político en Cuba (1871) y Nuestra América (1891).

También cabe destacar su obra epistolar, bien apreciada literaria y conceptualmente. Aunque directamente no escribió poesía religiosa, su obra literaria lleva el sello de los valores cristianos que profesaba por influencia familia, cultural y social. El poema mariano que presentamos aquí con el título “Virgen María” evoca el marco religioso de sus creencias familiares y de sus ideales políticos .

Madre mía de mi vida y de mi alma,
dulce flor encendida,
resplandeciente y amorosa gasa
que mi espíritu abriga.

Serena el escozor que siento airado,
que tortura mi vida,
¡Qué tirano!
¡Cómo sidera el alma mía!
¡Se rebela, maldice,
no quiere que yo viva
mientras la Patria amada
encadenada gima!

Un gran dolor la sigue
como al hombre la sombra fugitiva,
y los dos me acompañan
junto con la fatiga.

Madre mía de mi vida y de mi alma,
dulce flor encendida,
resplandeciente y amorosa gasa
que mi espíritu abriga.

Mata en mí la zozobra
y entre las nubes de mi alma brilla…
¡El peregrino muera!
¡Que la Patria no gima!

Bonifacio Byrne (1861-1936)
Nació en Matanzas en 1861 y murió en su ciudad natal en 1936. Desde joven frecuentó los círculos literarios de su ciudad. En 1896 emigró a Estados Unidos por motivos políticos, pero en 1899 regresó a Cuba. Colaboró en varios periódicos y fue declarado hijo ilustre de Matanzas en 1915. Cultivó todos los géneros literarios, incluido el teatro. Entre sus poemas destaca la colección Voces del alma. Al parecer, nunca perdió la fe de sus mayores, aunque atravesó por varias crisis. Entre sus poemas, tiene un soneto que hace alusión indirecta al anuncio del ángel Gabriel y a la respuesta de María (Angelus). Lo transcribimos a continuación .

¡La hora es solemne! Lenta la campana
rompe el silencio en la región vacía,
pareciendo decir que viene el día
con su augusta belleza soberana.
El sol se despereza y engalana
como si fuese a entrar en una orgía
y la naturaleza se atavía
con el áureo collar de la mañana.

Llueven flores al pie de los altares,
dora la luz el seno de los mares,
es un espejo el lago cristalino;

y por la senda azul del firmamento,
fecundándolo todo con su aliento,
cruza incansable el sembrador divino.

Manuel Serafín Pichardo y Peralta (1863-1937)
Nació en Santa Clara y murió en Madrid. Se doctoró en leyes, fue diplomático cubano en Madrid, poeta y fundador de la Academia Cubana de la Lengua. En su famoso soneto Soy Cubano, alude a la Virgen de la Caridad como elemento nacional de cubanía .

Visto calzón de dril y chamarreta
que con el cinto del machete entallo;
en la guerra volaba mi caballo
al sentir mi zapato de vaqueta.

De entonces guardo un Colt y una escopeta
por si otra causa de esgrimirlos hallo;
es mi gozo, en la paz, lidiar un gallo;
mi orgullo, improvisar una cuarteta.

Tengo en el monte una vivienda pobre
que alumbra el sol y que refresca el río;
una divina Caridad del Cobre

que me resguarda de dolor y murria;
una guajira alegre en el bohío
y una guajira triste en la bandurria.

Guillermo de Montagú Vivero (1881-1954)
Nació en San Juan y Martínez (Pinar del Río) y murió en La Habana. Estudió en Barcelona y en La Habana. Desde niño mostró interés por la poesía y compuso versos. Fue escritor y poeta en la recién estrenada república cubana. En 1908 su oda “A la patria” fue ganadora en los Juegos Florales celebrados en el Ateneo de La Habana. Se dedicó a la judicatura y llegó a presidir el Tribunal Supremo. Entre sus poemas marianos está “Virgen María” con versos eneasílabos en forma de oración .

Tú, jardinera milagrosa
que, con tu cántaro al pasar,
en cada herida abre una rosa
y en cada pena un luminar.

Haz que en el templo que ahora alcemos
para tu glorificación,
libres y unidos elevemos
nuestra plegaria hecha canción.

¡Y seas Tú siempre, Señora,
de nuestra fe guía y sostén
dulce inmortal consoladora,
luz y esperanza nuestra! Amén.

Mercedes Torrens de Garmendía (1886-1965)
Esta poetisa nació en Matanzas y murió en La Habana. Ejerció como maestra y fue profesora de piano y solfeo. Colaboró en revistas y diarios. Dejó una prolífica producción de poemas, entre los cuales no faltan los versos a “Nuestra Señora” en los que refleja su delicada devoción mariana .

En el soneto “Lejano cielo” se refleja también, sin hacerlo explícito, la silueta de la celestial Mujer . A continuación reproducimos ambos poemas.

NUESTRA SEÑORA

Toda la miel de un pomar
quiero llevar, madre mía,
como un panal de ambrosía,
desde mi alma a tu altar.

Llevarte quiero un cantar,
un manojo de jazmines,
el eco de mil violines,
de un ave excelsa el trinar.

Quiero darte la frescura
de una flor reverdecida:
quiero ofrendarte la vida,
darte toda mi ternura.

Pero te pido, Señora,
que en los pliegues de tu manto
recojas todo mi llanto
y el ansia que me devora.

Y me des el existir
en paz con mi corazón y un compasivo perdón
a la hora de morir.

LEJANO CIELO

Aquí estaba el amor, aquí tenía
sus terrazas de luz junto al abismo;
en esta cima el corazón abría
la iridiscente flor de su bautismo.

De aquí emanaba todo el espejismo
de una radiante floración tardía
que era a modo de un mágico exorcismo,
de un detente que el alma estremecía.

Aquí estaba el amor, aquí una estrella
de diamantes dejó la clara huella
de un alma traspasada de dulzura.

Aquí una alondra remontó su vuelo
palpitante de júbilo y ternura
hacia un lejano y misterioso cielo.

Gustavo Sánchez Galarraga (1893-1934)
Este poeta y dramaturgo nació y murió en La Habana. En su obra poética, de gran delicadeza musical, se percibe el sentimentalismo del autor.

Entre sus títulos poéticos más destacados figuran: La fuente matinal, La barca sonora, Cancionero de la vida y Humo azul. Cultivó también con éxito el género teatral, y estrenó en La Habana varias piezas que le proporcionaron reconocimiento. Algunas de sus obras dramáticas son El héroe, Carmen, El mundo de los muñecos, La verdad de la vida.

Sánchez Galarraga incrementó notablemente su popularidad a raíz de la estrecha colaboración que mantuvo con el pianista y compositor musical cubano Ernesto Lecuona, para el que compuso las letras de numerosas canciones. En horas de crisis nacional se dirige a la “Patrona de Cuba” para pedir la paz y el bienestar :

Virgen de Cuba, Virgen trigueña y amorosa
que sobre el mar en furia apareciste ayer,
¿por qué en esta tormenta que a las almas acosa
no tornas, dulce Madre, de nueve a aparecer?
La Patria es hoy palenque donde combaten fieras.

Cada aurora, entre sombras, ahoga su arrebol,
y un yerto mar de sangre, sin fondo ni riberas
va creciendo sus aguas para tragarse el sol.

Tú lo recuerdas, Virgen. Tú que miraste un día
en las maniguas foscas al patriota caer,
mientras porque él volviera, bajo tu imagen pía,
- esposa, hermana o madre - rezaba una mujer.

Mas si no ceja el odio de hermano contra hermano,
si unos y otros no amansan su cruenta hostilidad,
tú, que riges las olas, ordena al océano
que salte y nos sepulte bajo su inmensidad.

Francisco Romero (¿? -1940)
Este sacerdote misionero de la Congregación de la Misión (Padres Paúles), nació en Aragón (España), y murió en La Habana el año 1940.

Obtuvo el segundo premio en el certamen literario convocado en 1936 para festejar la coronación a la imagen de la Virgen de la Caridad, con Balada del peregrino. Se trata de versos octosílabos en forma de romance que nos recuerdan los “Gozos” cantados y rezados desde antiguo a la Santísima Virgen María bajo diversas advocaciones. El autor va narrando las vicisitudes de su viaje como si fuera un peregrino. Transcribo las estrofas de esta balada .

I.
En el nombre sacrosanto
de la Excelsa Trinidad,
peregrino voy al Cobre
donde la Virgen está.
Ampare Dios mi bohío
y proteja mi palmar,
mientras cumplo la promesa
que formuló mi piedad.
Alivio daré al camino
con tu nombre por cantar:
que tu nombre es melodía,
¡Virgen de la Caridad!

II.
Sólo en ilusión te he visto;
pero la voz popular
me contó en dulces leyendas
tu cariño maternal:
Pensando que voy a verte,
siento que divino imán
tira del alma y aviva
mis deseos de llegar.
Todo es dulce al peregrino
con tu nombre por cantar:
que tu nombre es flor de encanto,
¡Virgen de la Caridad!

III.
¡Allí tu templo! Los ángeles
sin duda, en vuelo fugaz,
del cielo lo trasladaron
a tan hermoso altozán.
¡Bien hayas, trono de amores,
donde la Virgen está
como la perla en su concha
y la flor en el rosal!
Un nombre dicen las palmas,
leve la brisa al pasar…
Tu nombre, que es blando céfiro,
¡Virgen de la Caridad!

IV.
¡Llegué! Humilde contra el suelo
pego contrito mi faz,
para que dignos mis ojos
sean de ver tu beldad.
¡Te veo al fin! Toda hermosa
mi lengua te llamará,
y perenne en mis pupilas tendré tu imagen, de hoy más.
¡Dulce concento! Los ángeles
me han robado mi cantar,
y oigo tu nombre en sus cánticos,
¡Virgen de la Caridad!

V.
Hablas percibo sutiles
en este ambiente de paz…
Mensajes son que te llegan
desde la tierra y el mar.
Unas parece que imploran,
otras las gracias te dan,
y en todas vibran ternuras
de hondo cariño filial.
A Ti, como las pintadas
mariposas al rosal,
vuelan las almas amantes,
¡Virgen de la Caridad!

VI. ¡Adiós! Marchar es preciso:
duélome de ello en verdad;
pero me llama el encanto
de un bohío en un palmar.
Allí diré los elogios
de tu belleza ideal,
y los tesoros que otorgas
de viva fe y santa paz.
Y en mis dichas y dolores,
canción o endecha será
tu nombre, que es miel y bálsamo,
¡Virgen de la Caridad!

VII.
¡Adiós! Cumplí la promesa
que formuló mi piedad.
Palio sea de mi vida
tu protección maternal.
Palomica de este valle,
me voy; pero quedará
mi alma siempre de hinojos
al pie de tu palomar.
Fácil haré mi jornada
arrullando en mi cantar
tu nombre, que es refrigerio,
¡Virgen de la Caridad!

VIII
Dos almas tengo sin duda:
ésta que conmigo va,
y la que dejé a la Virgen,
de hinojos ante su altar.
Prendida aquélla en la gracia
quedó de celeste imán,
y ésta camina al reclamo
de un bohío en un palmar.
Bajo un dosel me imagino
de protección contra el mal…
¡Por ti, Patrona de Cuba,
Virgen de la Caridad!

Arturo Doreste (1895-1985)
Este poeta cubano nació en Isabela de Sagua el 28 de octubre de 1895, y murió solitario y pobre en Santiago de las Vegas, el 6 de enero de 1985.

Publicó Mis sueños y mis rosas (1917); Toque de clarín (1942); Pueblo natal, y Canto a Oriente, (1944); Litoral (1948); Los últimos instantes de Martí (1949); Canción repetida (1968), y La vieja ciudad (1983). Su libro Toque de clarín fue ganador del concurso del Ministerio de Defensa Nacional. El jurado que le dio el premio estaba integrado por un trío famoso: Mariano Brull, Regino Pedroso y Andrés de Piedra-Bueno.

Fue bibliotecario de la Academia Cubana de la Lengua, pero renunció a ese cargo junto a otros funcionarios cuando la entidad fue intervenida por el gobierno de la revolución castrista.

En su Canto a Oriente (1944) tiene hermosos versos dedicados a la Virgen de la Caridad, recogidos por Andrés de Piedra-Bueno .

¡Patrona de Cuba! Pródiga y risueña
desde tu santuario místico del Cobre
distribuyes gracias, oh, Virgen Trigueña,
sobre las angustias del rico y del pobre.

Con sol tus ebánicas sienes aureolas,
te consagra el pueblo tus hondos afanes,
del mar en tormenta dominas las olas
y de los escollos salvas los tres Juanes.

El fervor te aupa, la luz te corona,
y quien a ti llegue triste y sitibundo,
deshojas sus penas, oh, santa Patrona,
y tus bienandanzas corren por el mundo.

¡Caridad del Cobre! Raudal de alegría...
Aunque sin dolerme sufro mi Calvario,
no ha llegado nunca mi melancolía
a dejar su ofrenda junto a tu santuario…

Pero con la fuerza de mi pensamiento
–limpio de la turba tentación mundana-
asisto a tus misas con recogimiento
cuando abre sus rubias puertas la mañana;

y en la emocionada paz de tu capilla
–sin estéril dolo ni rencor salobr
e-
reverentemente dobla la rodilla, oh, maravillosa Caridad del Cobre.

Y reconfortado por tu etérea gracia
el retorno emprende con tranquilo vuelo,
para ir derramando sobre la falacia
en el nombre tuyo, perdón y consuelo.

América Bobia Berdayes de Carbó (1896 -1984) Nació en Limonar (Matanzas) y murió en Santa Clara, pero su infancia transcurrió en España. Regresó a Matanzas en su juventud y comenzó a publicar en revistas y periódicos de la ciudad. También residió en Santa Clara. Allí colaboró en La Defensa, El Villareño. Escribió un devocionario lírico que tituló Ofertorio (1928) y otros poemarios de hondo sentido lírico: Trémolo se aleja (1935), Arquero del zodíaco (1945).

En sus poemas marianos se percibe la sencillez y transparencia con que aborda el tema. Aquí reseñamos algunos de sus versos hexasílabos dirigidos a María .

Fuera yo su hermana
fuera yo su amiga.
¡Yo la consolara
si fuera nacida!
Blancas como trigo
molido, serían
mis manos, el paño
con que enjugaría
ojos de gacela
tus ojos, María.

Rafael Esténger (1899-1983)
Nació en Santiago de Cuba en 1899. Se doctoró en Derecho Civil en la Universidad de la Habana en 1925. Perteneció al Colegio Nacional de Periodistas y a la Academia Nacional de Artes. Hizo una selección titulada Cien de las mejores poesías cubanas, que editó en La Habana en 1943. Colaboró en muchas revistas y diarios de Santiago de Cuba y de La Habana hasta 1959, año en que salió de Cuba para no regresar.

Aquí reproducimos uno de sus poemas, titulado El cimarrón liberado, en el que se refleja el sincretismo afrocubano. En forma de romance, va narrando la liberación de un cimarrón con ayuda de Changó y de la Virgen de la Caridad (Ochún) .

EL CIMARRÓN LIBERADO

¡Sus! La trailla se acerca.
¡Ya vienen los perros bravos!
Se oyen las hierbas que gimen
al galope del caballo.
Por un camino de estrellas
baja de la luna al árbol;
pero en la luna hay dos ángeles
que cantan glorioso cántico;
¡pero la Virgen desciende
y Changó llega a su lado!
La Virgen luce su túnica
de luceros y de nardos;
Changó tiene el cuerpo negro
y blande un sable dorado.
El cimarrón se incorpora
ante los perros extáticos;
le da una mano la Virgen
y Changó le da otra mano.
Así el cimarrón se fuga
por el camino de astros
¡y ríe un candor de coco
entre sus labios morados!

Marietta Escanaverino Piñeiro (1900- ¿? )
Con motivo de la Coronación de la Virgen de la Caridad en El Cobre, el 20 de diciembre de 1936, se organizó un concurso literario en busca de una Corona poética con los doce mejores poemas. Obtuvo el primer lugar un poema de Marieta Escanaverino titulado “Canto a la Virgen de la Caridad del Cobre”, bajo el lema: “María que del piélago y del alma, las tempestades calma”.

Al parecer, Marieta Escanaverino emigró de Cuba en la década de 1960 y no hemos podido averiguar el lugar ni la fecha de su muerte. Transcribimos a continuación las estrofas de su canto a la Virgen .

Excelsa y bendita Caridad del Cobre,
consuelo del triste y amparo del pobre,
símbolo sagrado de toda piedad!
Que ciña tu frente radiante corona,
y Cuba proclame como a su Patrona
la gloriosa Virgen de la Caridad.
En las crespas olas de un mar como tinta,
tres desventurados de raza distinta,
ya casi vencidos por la tempestad
en su frágil barca clamaban al cielo,
cuando, como un iris de paz y consuelo,
vieron a la Virgen de la Caridad.

Como alucinados por divino ensueño
los tres contemplaban su rostro trigueño,
que rodeaba el halo de la santidad;
el Niño en sus brazos feliz reposaba,
y el revuelto Océano sus iras calmaba,
al pasar la Virgen de la Caridad.

Y llevada al Cobre la imagen bendita,
al humilde abrigo de vetusta ermita,
de empinadas sierras n la soledad;
ha sido por siglos consuelo y amparo
del pueblo de Cuba, que tiene por faro
a la santa Virgen de la Caridad!

¡Reina de mi patria! ¡Virgencita buena!
A ti se dirige, transida de pena,
la madre, cuyo hijo muriéndose está.
¡Sálvalo! Te implora con faz descompuesta,
que yo de rodillas subiré la cuesta
del Santuario, ¡Virgen de la Caridad!

¡Qué feliz la madre cumple su promesa
con su niño en brazos, que amorosa besa,
contando el milagro que hizo su piedad!
La hieren las piedras de la áspera vía;
pero ella, radiante de fe y alegría,
te bendice, ¡oh Virgen de la Caridad!

Los miles de ex-votos en tu altar colgados,
brindan testimonio de hechos realizados,
Virgen milagrosa, por tu gran bondad:
brazos, piernas, naves, lámparas de plata,
que así, de rodillas por la escalinata,
te trajeron, ¡Virgen de la Caridad!

No hay hogar en Cuba, en ciudad ni aldea,
ni choza de campo, por pobre que sea,
en donde no tengas alzado un altar;
el “chaufer” tu imagen coloca delante,
y su lamparilla prende el navegante
en tu honor, oh Virgen de la Caridad!

Te llama el enfermo, te suplica el niño,
te imploran las almas que, sin un cariño,
sufren el tormento de la soledad.
Y hasta al delincuente, que en cadena gime,
y en lóbrega celda su crimen redime,
invoca a la Virgen de la Caridad!

En Oriente todos musitan devotos,
líbranos, oh Virgen! de los terremotos,
de las epidemias y la adversidad:
de acciones indignas de buenos cristianos,
y de las sangrientas lucras entre hermanos,
líbranos, oh Virgen de la Caridad!

Y cuando el cubano se lanzó a la guerra,
y por todas partes trepidó la tierra,
al sonoro grito de la libertad;
¿quién a los patriotas sostuvo en su empeño?
Tú, Virgen mambisa, de rostro trigueño,
bienamada Virgen de la Caridad!

Por eso, cubanos, la Virgen del Cobre,
consuelo del triste y amparo del pobre,
como única Reina de Cuba aclamad;
ceñid a su frente radiante corona,
y hagámonos dignos de nuestra Patrona,
la gloriosa Virgen de la Caridad!

Silverio Díaz de la Rionda (1902- ¿?)
Nacido en La Habana, este poeta obtuvo en 1935 el Premio Nacional de Poesía por su libro Eros, premio que compartió con Rafael García Bárcena.

Alcanza su madurez expresiva en la obra Con la espada inocente de la luz (1951). Es autor también de un Himno a la Virgen (1951), del cual extractamos algunos párrafos, recogidos por Andrés de Piedra-Bueno .

¡Oh, fruto celestial! ¡Oh, luz herida!
Espuma de candor en tiempo de alma:
déjame adivinar qué siente el cielo
bajo el etéreo ardor de tus pisadas.

Así va tu canción sobre la arena
de una huella elevada a mariposa
y el arpa indeclinable de tus manos
suena hacia el sol, partida de la rosa.

No la duda de hiedra pensativa
que se inclina a soñar sobre el abismo,
tu verdad es la luna inapelable
de los finales éxtasis del río.

Nicolás Cristóbal Guillén Batista (1902-1989)
Nació el año 1902 en Camagüey, hijo de Nicolás Guillén Urra y de Argelia Batista Arrieta. Su madre y su hermana eran devotas de la Virgen de la Caridad. Su padre murió, a manos de soldados que reprimían una revuelta política en 1917.

Guillén reivindica la cultura negra dentro de los procesos de mestizaje y transculturación. Denominó “color cubano” a todo lo criollo, lo mestizo y lo mulato, como rasgo distintivo de Cuba y de toda Latinoamérica. Se le conoce como el poeta del son, ritmo y baile típico de Cuba. Fue presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. Falleció en 1989 en La Habana.

En 1949 compuso una décima con sabor satírico pero, más que una crítica marxista y anticlerical, resulta ser una alusión directa al Magnificat, donde María canta la misericordia de Dios que ensalza a los humildes. La décima se titula “A la Virgen de la Caridad del Cobre” y en ella aparece una clara sensibilidad social al mismo tiempo que asigna a María rasgos de criolla belleza y bondad .

Virgen de la Caridad
que desde un peñón de cobre
esperanza das al pobre
y al rico seguridad.
En tu criolla bondad,
oh madre, siempre creí;
por eso pido de ti
que si esa bondad me alcanza
des al rico la esperanza,
la seguridad a mí.

Dulce María Loynaz (1902-1997)
Nació en La Habana y es una famosa poetisa hija del general Enrique Loynaz del Castillo, y hermana del poeta Enrique Loynaz Muñoz. Visitó México en 1937 y varios países de Sudamérica. También viajó a las Islas Canarias en 1947 y en 1951, donde fue declarada hija adoptiva.

Su primera incursión en la letra impresa fue en el periódico habanero La Razón, donde se publicaron sus poemas entre 1920 y 1938. En 1947 publicó Juegos de agua, y en 1951, Jardín.

Otros libros de poemas son: Cartas de amor a Tutankhamon (1953), Poemas sin nombre, y Un verano en Tenerife (1958). María Mercedes Loynaz Muñoz, como se llamaba realmente “Dulce María”, es un regalo poético para los cubanos. Vivió en La Habana de forma sencilla, y falleció a causa de cáncer el 27 de abril de 1997.

Uno de sus poemas en la primera recopilación de “Versos sin nombre” está dedicado a María .

Virgen María:
A tu luna azul, la que sólo
está en mi libro de Primera Comunión…
yo iría
esta noche tan larga
a recoger un poco
de luz… Pero tal vez me extraviaría…
porque entre todo lo perdido, cuento
el camino irreal de tu sonrisa…
Hoy tengo aquí a mis pies un camino de tierra
dura, gris… ¡Y una prisa
turbadora de andarlo de una vez! Pero
aún me vuelvo en la indecisa
hora y pruebo a llamarte con los bellos nombres de las Letanías…
Casa de Oro, Torre de Marfil,
Salud de los enfermos, Rosa Mística…
Por tus nombres te llamo a mi tristeza
rubia Virgen María,
la de la Anunciación de Fray Angélico,
la de las lunas infinitas…
la del traje de tarlatana
en la penumbra de las sacristías…
La que sueña Antonieta
entre su canevá y sus cintas…
¡La única que hoy necesito en mi vida!
¡Quien te viera otra vez aquellos ojos
de un azul profundo de litografía!
En esta noche larga antes de irme
aún te he buscado a tientas
dulce Virgen María…

Luisa Muñoz del Valle (1906-1987)
Esta poetisa cubana nació en Sancti Spiritus (Las Villas), el 24 de junio de 1906. Murió en La Habana el 2 de agosto de 1987. Graduada de la Escuela Normal para Maestros, obtuvo su Doctorado en Pedagogía. Entre sus poemas marianos destaca el Romance a la Virgen de la Caridad, poema ganador del tercer premio en el concurso literario de 1936 con motivo de la coronación a la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre .

Para escribir su leyenda
que es alba primaveral,
busqué una tiza de luna,
y ahora quiero llegar
a la pizarra del cielo
por mi escala de cristal.
Quiero escribirla muy alto:
lección pura, que leerán
cuantos levanten la frente
al gran pergamino astral.

Una leyenda de estrellas
solo se puede contar
con la garganta del viento
o el aroma de un rosal.
Voy en silencio a escribirla;
un ángel me la dirá
desarrollando el ovillo
de seda de un madrigal:
Una mañana, dos indios
y un negrito iban por sal,
iban entre dos zafiros
puros: el cielo y el mar.
De pronto un fanal de espumas
lejano se volvió imán
para sus pupilas niñas;
les venció la oscuridad
y remaron hacia el punto
que atraía su mirar.

¿Era una paloma en fuga?
¿o alguna luz sideral
que buscó el campo del agua
para correr y jugar?
¿Era una niña? Remaron
a salvarla. Cerca ya:
¡Era una estrella! ¡Y venía
caminando sobre el mar!
¡Una estrella! Dios hacía
un regalo celestial.
Debieron verse tres almas
nevadas de claridad.

Hicieron cojín de lirios
las manos para acunar
su joya… y una sonrisa
tejió una estrofa de sal.

Subió la estrella a la barca
y se quedó sobre el mar
un madero que decía:
“Virgen de la Caridad”.
La emoción lanzó una ola,
despuntó un canto lustral,
y un bando de mariposas
pasó besando la mar.
Fueron remando a la playa…
El terciopelo del mar
como en aquella mañana
no ha vuelto a brillar jamás.
Y hoy, un laurel muy anciano
me contaba la verdad:
“La brisa rezó aquel día,
y tuvo alas de azahar”.

Emilio Ballagas (1908-1954)
Nació en Camagüey y murió en La Habana. En 1933 se graduó en la Escuela de Pedagogía de la Universidad de La Habana. Fue profesor en la Escuela Normal de Santa Clara desde 1934 a 1946. Se graduó como Doctor en Filosofía y Letras en 1946, y fue profesor en el Instituto de Segunda Enseñanza de Marianao (La Habana).

Obtuvo el Premio Nacional de Poesía en 1951 con su libro Cielo en rehenes. En 1953 ganó el Premio del Centenario con Décimas por el júbilo martiano en el centenario del apóstol José Martí.

También incursionó con su poesía en la corriente afrocubana, y es el autor de Antología de la poesía negra hispanoamericana (1935) y Mapa de la poesía negra hispanoamericana (1946).

Los poemas (un soneto inicial, diez espinelas y siete liras finales) a Nuestra Señora del Mar (1943) son un verdadero homenaje poético a la Virgen de la Caridad del Cobre por la perfección de la forma y la profundidad de su contenido.



NUESTRA SEÑORA DEL MAR A Nuestra Señora de la Caridad del Cobre.
A mi madre, que lleva su nombre.

SONETO DE LOS NOMBRES DE MARÍA

En el pecho del Padre halló su nido
la que en el seno al Hijo dio posada
y allí de querubines alabada
la que, luna de Dios, subió sin ruido.

En pañales como recién nacido,
entre vistosas alas fue llevada
y por distintos nombres advocada
de su trono de luz no se ha movido.

Pero el amor que multiplica todo,
panes y peces, el maná y la Forma,
hace que la sin mancha baje al lodo,

que la luz soberana tome forma,
que la belleza, al fin, halle acomodo
y al ojo pecador dicte su norma.

ÁNGEL GAZTELU (1914-2003)
Nació en Navarra (España) donde cursó los primeros estudios. Llegó a La Habana en 1927 y estudió la carrera eclesiástica en el Seminario Conciliar San Carlos y San Ambrosio. Fue ordenado sacerdote en 1938. Fue profesor en el seminario y ejerció de Párroco en Bauta y en la parroquia del Espíritu Santo en La Habana. Formó parte de Grupo Orígenes, y colaboró en Espuelas de Plata. Su principal obra poética es Gradual de Laudes (1955), de donde transcribimos el Trébol mariano, con tres de sus poemas a María .

A LA VIRGEN

Harpada de rocíos la alborada,
granizando las flores descendía:
la azucena su nieve suspiraba,
quebrándose en perfume y melodía.

Surtidor de la gracia te soñaba
y en espiga de luz te sonreía;
se vio tan pura el agua, que cantaba
y tu nombre en sus halos desleía.

Olvidando la tierra por tu huella
su gravedad y sombra sin consuelo,
sintió de nuevo renacer la estrella;

y rompiendo de la tiniebla el velo,
a través de tu puerta franca y bella,
se vio provincia y estación del cielo.

Octavio Smith (1921-1987)
Nació en Caibarién (Las Villas) y murió en La Habana. Estudió en el colegio marista de La Víbora, donde se graduó de Bachiller en 1938. Se licenció en Derecho Civil en la Universidad de La Habana y ejerció de notario, aunque su pasión era la poesía. Fue investigador literario en la Biblioteca Nacional.

Perteneció al Grupo Orígenes y se distinguió por su labor literaria y cultural en Cuba en el siglo XX. Su obra poética y literaria no es muy extensa. Llevó una vida sencilla y familiar, sin ambición ni afanes protagónicos. Entre sus obras podemos señalar: Del furtivo destierro (1946), Estos barrios (1966), Lejos de la casa marina (1981). Transcribimos su poema “Tercetos a la Virgen” de profunda inspiración mariana .

Tercetos a la Virgen

Como ramas mecidas, los gestos de María
en torno el aire ordenan, dicen del haz secreto
de fragante armonía.

Con el pulso a la fuente misteriosa sujeto,
mientras la luz ondula de Galilea, Ella
frutos soñando exhala tras del florido seto.

Recibe absorta el hilo silente de su estrella
velando en inasibles planicies desplegadas.
Isla en el tiempo inmóvil, incólume destella.

Sumo es, María, el dulce frescor de atesoradas
aguas que hacia lo grácil se afanan en tu hondura.
Toda estás en Ti misma y en tu seno iniciadas

oyes ya dimensiones de una inmensa aventura,
suspensa si surcada de sonoro infinito
como incienso levantas solemne arquitectura.
Oíd: a esta doncella se anuda lo prescrito
con urbano descenso, como en pulcros vitrales
la luz orquesta fina su deslumbrante rito.

Con ímpetus fluviales
la plenitud recorre a María, la eterniza,
la torna esbelta nube de espigas musicales.

¡Cuán leve, si profunda y henchida, se desliza!
El peso levitante de un Dios. Cruza arrobada
la tierra que una ruda sed milenaria hechiza,
torna a sí siempre, Reina, Vaso de Dios, Aislada.

Cintio Vitier (1921-2009)
Este poeta y escritor nació en Cayo Hueso (USA) y murió en La Habana. Era hijo del profesor Medardo Vitier que fundó un colegio en Matanzas, donde estudió Cintio. En 1935 se trasladó a La Habana para proseguir los estudios. En 1947 se graduó de Derecho Civil en la Universidad de La Habana, pero no ejerció la abogacía.

Es uno de los escritores cubanos del siglo XX reconocido por sus publicaciones, investigaciones y formación literaria. Estuvo ligado al Grupo Orígenes, y fue amigo de dos grandes poetas: Juan Ramón Jiménez y José Lezama Lima.

Estuvo acompañado permanentemente por su esposa, la poetisa Fina García Marruz, galardonada con el premio Reina Sofía de poesía el año 2011.

Trabajó como investigador en la Biblioteca Nacional. Seleccionó la antología Cincuenta años de poesía cubana, publicada en La Habana en 1952. Entre sus escritos poéticos se destacan: Vísperas (1953) y Nupcias (1993). Posee una vasta producción de ensayos y artículos publicados en diversas revistas de Cuba y del extranjero. En su obra se aprecian los valores humanos y cristianos que siempre profesó. Aquí transcribimos uno de sus poemas marianos que se titula “A la Virgen del Magníficat” y que tiene fuertes resonancias bíblicas .

Señora: a las palabras del ángel
que siguen fluyendo eternas de los labios de polvo,
respondiste con un cántico fuerte:
Él ha hecho una proeza con su brazo,
ha dispersado a los soberbios de corazón.
Ah, pero la noche del parto para ti no había lugar
en el albergue público, que era de pobres…
Ha derribado a los poderosos de su trono
y ha ensalzado a los humildes…
bajo el imperio de Censar Augusto y Cirino,
gobernador de Siria…

Ha colmado de bienes a los hambrientos
y vacíos ha despedido a los ricos…
y más tarde los ricos
levantaron tu imagen coloreada como un estandarte
para pelear sus guerras.

Cierto que hubo pastores y discípulos, pero tú ante el pueblo
quedaste en la piedra, en el lienzo, en el vitral,
desde allí derramando el iris de tu gracia
que ninguna arteria pudiera detener…
Porque dirigió su mirada a la pequeñez de su sierva…
como no puede el fango detener a la fuente
cuando brota incontenible de lo profundo de la tierra.
Señora: tú seguirás fluyendo de lo profundo de tu corazón,
no importa con qué nombres…
Pues cosas grandes ha hecho en mí…
santo es su Nombre…
aunque desaparezcan todas tus imágenes,
para que se cumplan las palabras de Juan el desértico:
“en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis”,
y las palabras de Juan el visionario:
“vino a su casa y los suyos no lo recibieron”.

No lo recibieron, pero vino; no lo conocen, pero está,
como están siempre frescas las palabras de tu cántico…
Enaltece mi alma al Señor
y regocíjase mi espíritu…
en la cruz de la vida.

Rubén Darío Rumbault López (1922 - 2003)
Nació en Cienfuegos. Fue médico y psiquiatra, líder durante varios años de la Acción Católica Cubana. Emigró a los Estados Unidos y murió en Texas.

Mantuvo afición a las letras aunque no fue escritor profesional. En este original soneto refleja una gran sensibilidad mariana centrada en la Virgen de la Caridad del Cobre, tal como se refleja en el siguiente soneto .

Te llamaron tres voces aterradas.
Respondiste colmando sus anhelos,
serenando las iras de los cielos
y aquietando las aguas sublevadas.

Subiste luego grácilmente sobre
el frágil bote que la fe salvara,
y porque siempre en Cuba se te amara
te posaste en lo verde, allá en el Cobre.

Fuiste madre al hacer callar el agua,
marinera al subir a la piragua
y gaviota al posarte en el oriente.

Y tus hijos, tus olas y tus montes
–toda Cuba, partida en horizontes-
a tus plantas están eternamente.
Fina García Marruz (1923- ).
Nació en La Habana y se interesó por la literatura desde su adolescencia, cuando Juan Ramón Jiménez visitó Cuba en 1936. Se doctoró en Ciencias Sociales en la Universidad de la Habana. Se casó con Cintio Vitier, con quien es coautora de varios estudios. Formó parte del Grupo Orígenes y ha viajado por varios países.

Trabajó como investigadora literaria en la Biblioteca Nacional José Martí. Entre sus poemarios se encuentran Transfiguración de Jesús en el Monte (1947), Las miradas perdidas (1951), Visitaciones (1970) y Habana del Centro (1997). El año 2011 le fue concedido el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, en su vigésima edición, otorgado en España y auspiciado por el Patrimonio Nacional y la Universidad de Salamanca .

Ella ha sabido vestir su obra de fina sensibilidad con su nombre y teñir de fervor cristiano con sencillos recursos para transformar sus versos en oración . Su fina sensibilidad mariana se refleja en varios de sus poemas. Reproducimos aquí La Anunciación, poema inspirado en el cuadro de Fra Angélico .

La anunciación

Mira la postrer escena del mundo,
no ha la oscuridad inexplicada
sino la luz inexplicable,
el albor, casi hiriente, de la resurrección.
¿Qué queríamos antes? No es un rayo de fuego
lo que nos lo destruye, sino un rayo de luz.
Un instrumento de tan pocas cuerdas
nos ha colmado al fin la torpe suma
de los deseos con el sí y la nada del desear.
Todo lo que ha pasado se acalla en esos rostros.
La mano del centurión, las gruesas cuerdas soeces son juzgadas por esa inclinación levísima
de una espalda en el claustro que hace exterior el oro,/ y los pliegues contados del traje del arcángel solarmente cayendo bajo los dedos músicos.

Roberto Méndez Martínez (1958-)
Es un escritor nacido en 1958 en Camagüey. Ha dedicado su vida profesional a la poesía, la narrativa y el ensayo. Es miembro de la Academia Cubana de la Lengua e integrante de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, y de la Unión de Historiadores. Tiene merecido renombre dentro y fuera de Cuba, donde ha recibido galardones y reconocimientos. Entre otros, el premio de Poesía Nicolás Guillén (2001), el de Ensayo Alejo Carpentier (2007), y el Premio anual de la Crítica (en diversas ocasiones). El año 2011 obtuvo el premio internacional de ensayo Mariano Picón Salas, por su obra “El tiempo dorado por el Nilo; otra lectura de José Lezama Lima”.

Entre sus poemarios destacan: Libro de invierno (2002), José María Heredia: la utopía restituida (2003). Algunos de sus poemas tienen clara inspiración cristiana y mariana, como puede verse en la prosa poética Virgen del Manzano y en otras de sus composiciones con alusiones bíblicas .

Virgen del manzano

A la sombra del manzano la virgen sonríe. Sus ramas son los brazos del Amado – dice Fray Luis- que cobijan a la sulamita y le otorgan fortaleza y gracia. Los indios de Oaxaca lo saben, por eso en la noche del Tránsito rodean su imagen de manzanas y soplan sobre ella los aromas del copal; confortan las humildísimas frutas a la Señora yaciente, toda la capilla se llena de ese olor a aguas, a canto triste con un órgano desencajado que anuncia el alba…

En los ojos de la virgen hay ya algo del cántico, del ansia por la Dormición última donde el amor se expresa en la metáfora del vuelo. Desde hace siglos los indios esperan que ese cuerpo yaciente despliegue sus alas de plata y flote sobre el valle bendiciendo sus mil capillas y velan toda la noche para animar el mármol con sus danzas. Paganos –como Cranach- tal vez ingenuos, saben que la gloria está aquí y ahora, en la suave sonrisa de la Señora que discurre los versos del Cántico: cercadme de manzanas, que enferma estoy de amor.

Sigfredo Ariel (1962-)
Este poeta nació en Santa Clara y muestra en su poesía religiosa una vertiente sincrética de la religiosidad afrocubana.

En su visión religiosa literaria, se refiere a Ochún cuando habla de la Virgen de la Caridad, que es lo propio de la Regla de Ocha. Así lo podemos observar en el siguiente fragmento del poema titulado Aparición natural de la Virgen de la Caridad del Cobre .

En medio de dos bocas de agua se aparece
punta de ola, cresta de gallo fino
muestra la fruta como es: se abre
mi gobernadora.
Vuelve la cabeza cuando silban
fija su mirada como flecha en nadie,
la palma de su mano es sin arista,
su plancha de carbón
se disuelve entre brasas
blanco de fuego-hierro,
blanco crudo de la luz
que entra en la carne
y dentro permanece.

Vino por boca de agua
pero había estado siempre,
se reía de los números fijos,
de las números corridos,
en la orilla del cuarto
donde no la alumbraban
ni iban a pedirle en días
de resaca y de despego,
duerme la mañana
honrada y defendida sola.

Osmán Avilés (1975- )
Es un joven poeta, literato y escritor habanero de fina sensibilidad. En esta Oración a la Virgen de Regla expresa la confianza en la protección maternal de María ante la aflicción por la muerte de un ser querido y la esperanza en una vida más allá de la muerte, al amparo de la Madre de Dios .

Vengo con esperanza hasta el santuario
para encontrar oh Virgen el consuelo
y en esta hora en que el adiós es duelo
se dobla mi tristeza en el sagrario.

El invicto hombre frente al adversario
se abandonó al espanto, al cruel desvelo;
como mártir su vida subió al cielo
rezando los misterios del rosario.

¡Virgen de Regla! ¡Virgen tan querida!
Acoge con tu manto su presencia
y la custodia en Dios ya concebida

muestre la luz al siervo, cuya esencia
de amor es soberana trascendencia
por la fe que se toma conmovida.

Luis Sánchez de Fuentes ( ¿? -¿? )
Pertenecía a una familia de célebres músicos y poetas habaneros, entre los que destacó su padre, Eduardo Sánchez de Fuentes y Peláez (1874-1944). Su poesía es suave y musical, como vemos en el siguiente soneto A María .

Del suave aroma del rosal divino
eres el vaso de sutil esencia.
¿Qué siente el corazón a tu presencia
que a un tiempo es voz arrulladora y trino?

Manantial transparente y cristalino
que nos envuelve en íntima cadencia,
¿no es un consuelo al que sufrió de ausencia
el cielo azul de tu cendal de lino?

Del alto trono de apretadas nubes,
que forjan a tus plantas los querubes,
la luna cuelga la segur fulgente,

y al claro relumbrar de las estrellas
se cubre del candor de las doncellas
la inmaculada rosa de tu frente.