EDITORIAL
La violencia genera violencia. Así que ante una agresión, mantén la calma - aconseja un amigo a otro. Este, obedeciéndolo, se enfrenta de manera ecuánime a una discusión. Y recibió un puñetazo. En la mejilla izquierda. Una parábola que se repite.
Historias como estas escuchamos, leemos, vivimos, todos los días. Porque todos somos violentos. Porque hay pérdida de valores. Porque la tecnología nos ha llevado a eso. Porque el calentamiento global nos afecta. Porque no tenemos trabajo. Porque nuestro hijo es adolescente. Porque estamos cansados de escuchar que no debemos ser violentos. Porque ya lo dijo Hobbes en el siglo XVII, homo homini lupus…
Bajo esta mirada, que no es la única pero si la imperante, estructuramos nuestras vidas, conformamos nuestras familias y, como autómatas, nos resignamos a entender la agresividad como algo de lo cual no podemos escapar, como un hecho que es así porque sí, o porque ya está escrito allá arriba, enunciaría Diderot en Jacques le fataliste, y aquel que se rehúse a entenderlo de esta forma, que intente escapar de este canon, tendrá que luchar contra ese monstruo de tres cabezas que es la Sociedad. Nuestra violenta sociedad. Pero si la sociedad la creamos nosotros, ¿por qué no podemos cambiarla? Incluso pensar en ello genera impotencia y la impotencia es un rasgo distintivo de lo que significa ser violento. Entonces uno termina preguntándose, ¿qué hago Yo?
Sobre ello, reflexiona Vivarium en esta, su trigésima cuarta entrega. La Violencia. Así no más. La violencia y todo lo que de una manera u otra le concierne. La violencia y nosotros, los seres violentos.
A esta katharsiseditorial se nos unen los investigadores Jesús Dueña, Alfredo C. Martínez Gutiérrez, Ricardo Manso Jiménez, Doribal Enríquez y Yahimí Rodríguez Flores, los cuales teorizan y brindan posibles salidas a esta paradoja, mientras que el profesor Jo Groebel nos presenta un estudio global de la UNESCO referido a la violencia en los medios, que aunque escrito ya hace algunos años, por ser tema de gran actualidad no pierde su vigencia como Documento rector. La sección “Desde las oscuras manos del olvido”, nos presenta un excelente cuento, de Alfonso Hernández-Catá, de igual asunto, introducido por un ensayo de la investigadora Adis Barrios Tosar, que toca aristas convergentes entre la violencia y el poder, mientras que “Confluencias” muestra cuentos de las escritoras Ileana Mulet y Amanda R. Pérez Morales, donde la realidad se manifiesta cínica y cruel.
De manera muy especial, Vivarium ha querido rendir su pequeño homenaje a Monseñor Carlos Manuel de Céspedes, fundador y director por muchos años, querido y recordado, para de esta manera agradecerle una vez más todo el amor y trabajo que consagró a nuestra revista. Sobre su huella y su semilla en nuestro vivero, que fue su obra y su amistad, comenta Ivette Fuentes de la Paz, en el dossier “Érase una vez en La Habana”, dedicado a su figura.
De esta forma intenta despedirse Vivarium, no de manera violenta, o quizás sí, ya lo dictaminará el lector. De cualquier manera se despide, al menos, con la justificación de haberse violentado pero sólo contra la mismísima violencia. En busca siempre de la paz y de la reconciliación, con nosotros mismos.